viernes, 28 de enero de 2011

Muerte lenta...

Con el fuego se enciende su llama, la llama del demonio que dejo que entre en mi cuerpo voluntariamente. Abro la boca, e inhalo todo su ser, dejándole que recorra todo mi cuerpo, por cada uno de mis órganos, por cada una de mis células, destruyéndolas poco a poco, quedándose podridas dentro de mi pálido cuerpo, sintiendo el dolor y el malestar sin parar, con mi consentimiento. Cada vez la palidez de mi cuerpo es mayor y el frío invade todo mi ser. Y aquella tinta roja que recorría mi cuerpo se torna negra dejando un mal olor por allá donde pasa gracias a mis venas.
Se vuelve negro por dentro y por fuera blanco. El frío y el olor a podrido lo invade todo.
Un cuerpo tendido en el suelo y solo unas palabras... "de algo tendría que morir, no?"

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